Convergentes.
2017

​​​​​​​Este reportaje habla de la Barcelona de 2017 como ciudad de acogida desde las vidas de tres personas de distintos orígenes que vinieron a parar aquí por una causa común.
Awadh
Nairobi, Kenia. 32 años.

Desde que la ciudad condal le acogió en abril de 2016 siente que vive una segunda oportunidad, otra vida a escribir donde ya no hay lugar para el miedo. Enfrenta cada día como un regalo, con una actitud manifiestamente positiva.
"Lo que más me gusta es lo sociable y divertida que es la gente. En eso me recuerda a Kenia. Pero aquí se abraza la diferencia."
Vicenta
Caracas, Venezuela. 57 años.

Su historia en Barcelona comenzó en 2007 de la peor manera, con seis años de cárcel. No podía imaginarse que esta misma ciudad acabaría siendo su puerta a la libertad, el lugar donde llegaría a realizarse.
"Me siento segura y muy libre. Aquí tengo a mi familia, que son mis amigas y amigos, y los trabajadores sociales que tanto me han ayudado."​​​​​​​
Camilo
Cali, Colombia. 54 años.

Lleva casi media vida fuera de su tierra y no ha dejado de echarla de menos, pero no volvería. Probó suerte en Nueva York, Holanda y varios rincones de España antes de dar con su hogar definitivo en Barcelona, en el año 2011. 
"Estoy enamorado de esta ciudad, de su arquitectura, de su gente, de su multiculturalidad. Aquí me han pasado las mejores cosas de mi vida."
Dentro del fenómeno global de la migración y el refugio hay un colorido grupo de individuos para los que el camino hacia una vida libre y digna va acompañado del peso de un doble estigma: ser migrante y pertenecer al colectivo LGBTIQ+.

Es el caso de cada vez más personas en Barcelona, la única ciudad del país más gay friendly del mundo donde existe una asociación dedicada a este cruce de diversidades.
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